“Llevo ocho años luchando por este local y ahora me dicen que no abra”
El propietario rompe su silencio: expone presiones vecinales y exigencias que considera inviables
El propietario de la Crepería de la Rotonda ha hablado en exclusiva con La Veu Lliure tras el incidente ocurrido el pasado martes frente a su establecimiento, cuando un vecino, molesto por las colas constantes en la vía pública, llegó a increparle y a exigirle que dejara de abrir.
En una conversación extensa y sin filtros, el restaurador relata la presión creciente que asegura estar sufriendo desde que su negocio se convirtió en un fenómeno viral, especialmente en redes sociales.
“Llevo ocho años detrás de este local. Los primeros seis meses no venía nadie. A los seis meses empezaron los TikToks, TikToks y más TikToks, la gente se anima, empieza a venir, poco a poco, más gente… y hasta ahora”, explica.
“Es un local que me ha costado muchísimo conseguir”
El creper subraya que su situación no es fruto de la casualidad, sino de años de esfuerzo personal y económico.
“Es un local que me ha costado ocho años conseguir, he tenido que pagar un traspaso y mucha gente lo quería. El anterior propietario me lo pasó a mí porque confió en mí”, afirma.
Según relata a La Veu Lliure, el conflicto estalló cuando un comerciante vecino le recriminó directamente la presencia constante de clientes en la acera.
“Me dice que no abra, que saque a toda esta gente de aquí. ¿Y dónde los meto? ¿Dónde los envío?”, se pregunta.
Seguridad privada y control de la vía pública
El propietario también denuncia exigencias contradictorias por parte de las autoridades. “Desde Circulación me dicen que ponga un seguridad en la puerta, y yo digo vale, lo pondré. Pero luego me dicen que también tengo que controlar las otras entradas”, relata.
En este punto, cuestiona quién debe asumir el control del espacio público: “La vía pública, ¿es pública o privada? Si es privada delante de mi local, entonces me encargo yo y pongo lo que quiera. Pero si es pública, no puede recaer todo sobre mí”.
“No me dejan vender después de las diez”
Otro de los puntos más delicados es la limitación horaria. El creper asegura que este mismo martes recibió la visita de inspectores que le advirtieron de posibles sanciones.
“Me dicen que no puedo vender comida después de las diez de la noche. Es una crepería, vendo comida, hay turistas que quieren comer. Me dicen que si sigo, me sancionan”, lamenta.
“Abro solo cuatro horas y aun así se quejan”
El propietario insiste en que su actividad es muy limitada en el tiempo. “Yo abro solo cuatro horas por la tarde. Hay negocios que están abiertos todo el día y aun así se quejan de mí”, afirma, visiblemente indignado.
También denuncia que el vecino le propuso enviar a los clientes a otro lugar: “Me dice: mándalos a la plaza de la Rotonda a que esperen ahí. ¿Pero esto no es una locura?”, se pregunta.
Un caso que reabre el debate sobre el espacio público
El testimonio del creper, recogido únicamente por La Veu Lliure, pone rostro a un conflicto que va más allá de un solo negocio y que conecta con el debate abierto por la nueva ordenanza del Comú d’Andorra la Vella, las aglomeraciones en el espacio público y los límites a la actividad económica.
Por ahora, el propietario asegura que seguirá intentando cumplir las normas, aunque reconoce que la situación es cada vez más insostenible: “No sé qué hacer”, concluye.
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