EDITORIAL | No me toques a mí Pedro Sánchez
Editorial de Víctor Domínguez
Uno es consciente de la magnitud de lo que puede ocurrir si se le da visibilidad. Pero resulta increíble que desde medios públicos se utilice esta plataforma para atacar e intentar estigmatizar a ciudadanos que, precisamente, te están pagando el sueldo. Ciudadanos que tienen pleno derecho a la libertad de expresión.
Es llamativo que se insinúe que el hecho de que youtubers hablen críticamente de Pedro Sánchez pueda generar problemas para Andorra.
¿Reconocer a Palestina no causa problemas con Israel? Eso sí parece aceptable, ¿no? Pero que los youtubers opinen sobre Pedro Sánchez, ¡ay, eso sí molesta! Tal vez lo que realmente incomoda son sus opiniones.
La situación resulta escandalosa: cada mañana este señor intenta imponer su propia narrativa, una narrativa que nadie compra. Incluso miembros del gobierno le han dicho que no entienden de qué habla, que no saben a qué se refiere, y aun así persiste en su cruzada mediática contra los youtubers que, además, le están pagando el sueldo.
En un medio privado, esto podría entenderse: al fin y al cabo, es su dinero y su decisión. Pero en un medio público, que cada mañana se use para impulsar agendas personales es, cuando menos, motivo de investigación. Soy una persona paciente y con mano izquierda, pero llega un punto en que la sociedad debe conocer lo que este señor hace cada mañana. Es lamentable que se utilicen recursos públicos para promover una narrativa estrictamente personal.
Si uno quiere imponer su propia narrativa, que lo haga con su dinero y su medio. No se utilizan medios financiados por todos para alimentar rencillas personales. Esto afecta directamente a youtubers, emprendedores y creadores de contenido que vienen a Andorra a aportar, no a recibir dinero público. Vienen a montar negocios, y se encuentran con obstáculos: estigmatización y sabotaje sistemático. Cuando sientan que les ponen problemas constantemente, sepan que detrás están personas dedicadas a entorpecer su labor.
Esta es, precisamente, la razón por la que creamos nuestro propio medio de comunicación: era escandaloso ver titulares que manipulaban la realidad, como si todos los problemas del país fueran culpa de los youtubers. Los datos muestran claramente cuál es el origen real de los problemas. Pero lo verdaderamente escandaloso es que se utilicen medios públicos para estigmatizar a quienes financian su funcionamiento.
Cuando alguien monta un negocio y recibe multas, obstáculos o trabas, el origen está en esta parte de la población que conspira contra los inversores extranjeros. Esto deja en mal lugar al gobierno de Andorra ante quienes vienen a aportar al país. ¿Qué seguridad jurídica ofrece un país cuando ciertos sectores dedican sus esfuerzos a perjudicar a quienes llegan a invertir?
Esto no es propio de un Estado homologable a la Unión Europea; es más propio de una república bananera. O se quiere ser un país europeo y homologable a cualquier Estado de la UE, o se quiere ser una república bananera tribal. Ambas cosas a la vez son imposibles.
Por último, cabe preguntarse qué se busca con esta narrativa: ¿acaso que los youtubers no puedan expresar su opinión o que se les expulse por pensar distinto? ¿Qué objetivo persigue realmente esta campaña? Porque al final, parece que quien busca imponer la censura y dividir a la población podría ser el propio instigador. Los medios públicos deberían informar y servir al interés general, no impulsar agendas personales ni proteger sensibilidades individuales.
No me toques a mí Pedro Sánchez.