EDITORIAL | Sentido común vs Sentit comú
Artículo de opinión de Marc Urgell
El catalán no es únicamente el idioma oficial de Andorra. El catalán es el signo de identidad del país, es el corazón de su cultura única en el mundo y un tesoro que siempre debemos proteger.
Por lo tanto, las acciones para defender, promover y fomentar el catalán son esenciales, y por ello el legislador las ha previsto en las disposiciones de la Ley 6/2024, de la lengua propia y oficial.
Esta Ley da continuidad a la normativa vigente desde 1999, reforzando diferentes aspectos con el objetivo de garantizar una defensa efectiva de la lengua propia. El consenso en materia lingüística es prácticamente unánime.
Facilidades para los empresarios
Sin embargo, esta defensa, promoción y fomento de la lengua oficial no debería ser incompatible con la actividad empresarial. Más concretamente, no puede suponer un incremento desproporcionado de costes para los empresarios o, directamente, la inviabilidad de su negocio. Especialmente cuando la aplicación de la Ley se hace a la ligera y, lo que es más importante, en contra del sentido común.
Probablemente, el legislador y el órgano encargado de aplicarla nunca han gestionado un negocio en la red (“online”) y, por lo tanto, las disposiciones de la Ley y sus interpretaciones carecen de un punto de vista práctico. No puedo entender que el legislador pretenda que los empresarios residentes en Andorra dirijan publicidad de su negocio a población alemana… en catalán. Es absurdo. Es la aplicación literal de una normativa analógica en un entorno digital.
No perder el sentido
De hecho, a día de hoy todavía no está claro si deben hacerlo o no, porque la publicidad en las redes sociales puede ser vista por los andorranos, por los alemanes e incluso por los chinos. En China no se habla catalán. Dirigirse a tu público objetivo en su lengua no significa menospreciar la lengua propia.
En definitiva, tenemos una normativa que no se adapta a la realidad empresarial en un entorno digital, junto con una inseguridad jurídica derivada de interpretaciones poco razonables que la vuelven completamente imprevisible. Estamos en el coprincipado de la inseguridad jurídica para los empresarios.
Aun así, estoy seguro de que volveremos al camino de la razón y que todo quedará en una anécdota. Por eso, defendamos y promovamos el catalán, pero con sensatez. Lo deseo de todo corazón, porque la mejor manera de proteger el catalán es disponer de un país fuerte, con un tejido empresarial sólido, y esto es incompatible con entornos de inseguridad constante.
Apliquemos el sentido común, en catalán si quieren, pero apliquémoslo.