EDITORIAL | La UE, Macron y Bill Gates

Artículo de opinión de Joel Picón

L'Express
L'Express
por el autor La Veu Lliure
2 minutos de lectura
Publicado el Domingo, 14 Diciembre 2025 - 13:10

El reciente sacrificio de 207 vacas en Francia a causa de la dermatosis nodular contagiosa (DNC) no puede analizarse como un simple problema sanitario. Es, más bien, un síntoma de la deriva política europea, donde decisiones impulsadas desde Bruselas y París privilegian intereses macroeconómicos y corporativos por encima de la supervivencia de los productores fuera de la élite.

Los agricultores franceses han respondido con protestas masivas, bloqueos de carreteras y enfrentamientos con las fuerzas del orden, intentando frenar una política que consideran injusta y desproporcionada. Estas movilizaciones, que se extienden por diversos puntos de Francia, no solo afectan a la economía rural, sino que tienen impacto directo en Andorra, especialmente en la conexión por carretera con el Pas de la Casa, bloqueada por tractoradas francesas, así como en el suministro de mercancías y el turismo durante puentes y fines de semana. La presión sobre el Principado pone de manifiesto la vulnerabilidad estructural de Andorra frente a conflictos externos que no le son propios.

A esta tensión se suma el acuerdo Mercosur, pendiente de ratificación en el Parlamento Europeo, que amenaza con inundar el mercado europeo con carne barata producida con estándares muy inferiores. Los pequeños ganaderos temen que esta competencia desleal acelere la desaparición de las explotaciones familiares, mientras las multinacionales y macroexplotaciones reciben los subsidios de la Política Agraria Común (PAC).

En este contexto, también aparecen los intereses privados internacionales. Figuras como Bill Gates, con inversiones millonarias en carne artificial, promueven desde foros internacionales la reducción del consumo de carne animal en Europa mientras obtienen beneficio directo de esta transición. La combinación de políticas europeas rígidas, presión mediática y negocios privados configura un escenario donde los pequeños productores también son los sacrificados, y los consumidores y territorios vecinos, como Andorra, sufren las consecuencias de decisiones tomadas lejos de su realidad cotidiana en Bruselas.

Si Europa quiere preservar su soberanía alimentaria, su tejido rural y la estabilidad, debe replantear las medidas sanitarias extremas, los subsidios desproporcionados y los acuerdos comerciales que favorecen a las corporaciones frente a los pequeños productores. El sacrificio de vacas en Francia no es solo un problema sanitario: es un reflejo de un modelo político y económico que ha perdido el rumbo, con efectos directos más allá de sus fronteras.

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