Cada inversor que se instala en Andorra equivale a 34 temporeros
La mano de obra asalariada impulsaría el crecimiento demográfico de Andorra, y no los inversores

Las autorizaciones de inmigración en Andorra han pasado de 45.241 en 2020 a 55.518 en 2025, un incremento de 10.277 personas (+22,7%), según datos de Estadística recogidos por el economista Marc De Diego Ferrer.
De este aumento, ocho de cada diez nuevos residentes corresponden a mano de obra asalariada procedente del grupo denominado “Otras nacionalidades” (+8.191), mientras que los españoles han sido +2.258, los franceses +700 y los portugueses –872.
Entre 2020 y 2025, Andorra ha concedido 2.575 cuotas de residencia por cuenta propia, destinadas a emprendedores y profesionales independientes.
Efecto Òmnibus
En 2025, con la Ley Òmnibus, solo se permiten 200 anuales, y la lista de espera ya está cerrada. A esto se suman requisitos como el depósito obligatorio de 50.000 € (2022), el endurecimiento de criterios (2024) y la nueva regla de un año (2025), que dificultan aún más el acceso.
En otras palabras, cada emprendedor que se instala en Andorra equivale a 34 trabajadores asalariados o temporeros, lo que demuestra que el crecimiento real del país proviene de las cuotas laborales masivas, no de la llegada de capital extranjero.
Si en 2025 solo se abren 200 cuotas de emprendedores y, en paralelo, el sistema laboral continúa permitiendo la entrada de miles de trabajadores asalariados (como los +6.800 del grupo “otras nacionalidades” en solo cinco años), el ratio es de aproximadamente 1 emprendedor por cada 30–35 trabajadores.
Esto significa que por cada persona que puede establecerse por cuenta propia, entran una treintena de trabajadores asalariados o temporeros.
“El relato dominante culpa a los inversores y residentes pasivos de todos los males, pero las cifras muestran una realidad diferente: bloquear emprendedores no reduce la presión sobre la vivienda; lo que realmente la reduce es una planificación coherente y estratégica que garantice productividad y recaudación futura”, advierte De Diego.
Según el economista, el crecimiento demográfico de Andorra no lo impulsa la inversión, sino la mano de obra, y lo que realmente pone en riesgo el futuro del país es la falta de planificación y coherencia en la gestión de los recursos humanos y del territorio.