"Que los jóvenes paguen más pensiones de las que disfrutarán nos conduce a un escenario asimétrico"

Entrevista a Diego Sánchez de la Cruz

Diego Sánchez de la Cruz-Linkedin

6 minutos de lectura Publicado el Jueves, 18 Septiembre 2025 - 18:02 por el autor La Veu Lliure

En una entrevista concedida a Diego Sánchez de la Cruz, coordinador de Estudios del Instituto Juan de Mariana, se analiza con detalle la situación del sistema de pensiones en España y sus implicaciones para las nuevas generaciones. 

El informe recientemente publicado muestra que las pensiones actuales ya superan el salario medio de los jóvenes menores de 35 años, generando un escenario de desigualdad intergeneracional y de creciente presión fiscal sobre los trabajadores. Sánchez de la Cruz alerta de que la combinación de un sistema de reparto descompensado, una deuda implícita que alcanza el 507% del PIB y la fuga de talento juvenil está condicionando la economía del país y la sostenibilidad del modelo.

Además, el experto ofrece lecciones que pueden ser aplicables a otros países, como Andorra, destacando la necesidad de que cualquier reforma del sistema de pensiones sea financieramente viable a corto, medio y largo plazo y que se preserve la base económica que sostiene a los jubilados sin sacrificar el futuro de los más jóvenes.

El informe muestra que las pensiones actuales ya superan el salario medio de los jóvenes menores de 35 años. ¿Cree que el modelo de reparto actual está condenando a las nuevas generaciones a una pobreza relativa?

Hoy una pensión media nueva ronda 1.760 €, mientras que el sueldo medio de un menor de 35 años apenas llega a 1.670 €. El sistema reparte más de lo que ingresa: cada jubilado recibe de media un 62 % más de lo aportado.

Así, los jóvenes pagan más para sostener prestaciones que ellos mismos difícilmente disfrutarán. El resultado es que cada vez se le cobra más impuestos a los trabajadores para sostener las pensiones, y eso nos conduce a un escenario, francamente, preocupante y tremendamente asimétrico entre jóvenes y mayores.

La deuda implícita derivada de las pensiones alcanza el 507% del PIB. ¿Qué reformas concretas propondría para evitar que el sistema colapse sin seguir recargando fiscalmente a los más afectados?

Lo primero es que las pensiones no se sitúen tan por encima de lo aportado, como ahora, puesto que esto es directamente injusto. No puede ser que por cada 1 € aportado se esté pagando 1,6 € de pensión ni tampoco puede ser que se mantengan los actuales niveles, a sabiendas de que casi la cuarta parte de los pagos de la Seguridad Social se están cubriendo a través del endeudamiento del Estado. Por lo tanto, esos gastos no pueden seguir creciendo de forma descontrolada.

En paralelo, España debe abandonar de una vez por todas el tremendo castigo fiscal que afecta al ahorro y, de hecho, debe apostar por ser uno de los países que más incentiva y favorece fiscalmente el ahorro, especialmente para la jubilación. De lo contrario, ni se cerrará la brecha de renta y riqueza, ni se cerrará el resto de problemas derivados del actual situación.

¿Cómo se puede fomentar la conservación del talento en beneficio del país cuando la elevada carga fiscal sobre los jóvenes, que supera el 55% del coste laboral de un salario medio?

No se puede, por eso España lleva años sufriendo una fuga muy intensa de talento, que tiene mucho que ver con estos niveles tan elevados de imposición. Evidentemente, nadie quiere trabajar más tiempo para pagar tributos y cotizaciones que para sí mismo, pero esa es la realidad del español medio.

Y en el caso de trabajadores más cualificados, jóvenes y con mucho potencial, la situación es incluso más grave. Se ha hecho mucha demagogia, criticando la salida de contribuyentes, socialmente conocidos a Andorra, mientras se ha ignorado que, en el agregado, son cientos de miles los trabajadores jóvenes de renta medias altas y altas que han abandonado España, cansados de esta situación.

El informe muestra que los mayores de 65 años tienen una renta superior a la media europea, mientras que los trabajadores españoles perciben menos que sus pares. ¿Cómo será mantenible un sistema que redistribuye recursos de los activos a los jubilados en este contexto de desigualdad intergeneracional?

Desde hace años, el sistema simplemente sobrevive a base de subir cotizaciones e impuestos y transferir más dinero de trabajadores a pensionistas. El problema es que ya hemos superado holgadamente cualquier umbral de equilibrio y seguir avanzando por esas vías redunda muy directamente en un empobrecimiento de los trabajadores.

Por lo tanto, no hay salida fácil. Resultará muy complicado retirar o reducir todos esos derechos adquiridos que, en realidad, se han levantado sobre una profunda brecha entre generaciones, cuya factura pagan unos trabajadores, jóvenes y empobrecidos.

Ante la paradoja territorial señalada, donde regiones con envejecimiento acelerado como Asturias aumentan el PIB per cápita por colapso demográfico juvenil, ¿cree que el sistema de pensiones y la fiscalidad vigente están distorsionando la economía y el empleo en España?

Efectivamente, nuestra principal preocupación es esa, que se han alcanzado niveles tan descompensados entre lo aportado y lo recibido por los pensionistas que esa carga ha terminado golpeando muy duramente a los asalariados y el resultado de todo eso es que la evolución de la rentas en España está fragmentado por edades y sigue una lógica propia de un juego de suma cero, en la medida en que unos mejoran su posición a costa de otros.

Esto es social, política y económicamente indeseable y estamos convencidos de que el debate sobre esta cuestión va a ir a más en los próximos meses y años por la increíble dimensión del problema que hemos incubado.

¿Hasta qué punto cree que la situación española es comparable a la andorrana y qué lecciones puede extraer Andorra?

Creo que lo que está ocurriendo en España es una advertencia para cualquier país en el que el sistema de pensiones no dependa del ahorro sino del reparto. La tentación política es evidente: inflar las pensiones hoy puede salir muy rentable electoralmente, puesto que los jubilados son un colectivo muy grande en las economías envejecidas de Occidente. Pero al final del día, si las cuentas no salen, las grietas empiezan a aparecer poco a poco, y en el caso de España ya resultan más que evidente que así es.

Andorra haría bien asegurándose de que cualquier modificación de su sistema de pensiones es financieramente viable a corto, medio y largo plazo. Además, siempre que se introduzcan cambios, deben hacerse recordando la base sobre la que se soporta el cuidado y mantenimiento de los jubilados. En España, se está perdiendo esa base, tal y como muestra la pérdida de dinamismo económico, el desplome de la natalidad, el fuerte envejecimiento de la población o la falta de salidas profesionales para los jóvenes…

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