Canillo fija un límite de 9.500 habitantes a diez años vista
Vecinos celebran la llegada de más población y el impacto positivo en la economía local

El Comú de Canillo ha establecido un límite demográfico de 9.500 habitantes en un horizonte de diez años, ante el aumento sostenido de población que vive la parroquia. Aun así, el cónsol mayor, Jordi Alcobé, ha asegurado que el escenario no preocupa y ha recordado que “a menudo tenemos la memoria corta”.
En declaraciones a RTVA, Alcobé ha puesto de relieve que años atrás el país vivió una situación mucho más complicada: “Recuerdo apartamentos a 300 euros sin alquilar, locales vacíos en la avenida Meritxell y Carlemany, 10.000 personas menos en Andorra y un paro de 2.500 personas. Esta era una crisis de verdad”.
Según el cónsol, la intención es apostar por un crecimiento cualitativo, aunque ha remarcado que, entre elegir decrecimiento o crecer con calidad, “no hay duda”.
Por ello, Canillo ha aprobado una modificación cautelar del plan de ordenación y urbanismo parroquial, con un documento definitivo previsto para el otoño que se basará en cuatro pilares: el valor patrimonial, la gestión de los recursos, el impacto paisajístico y el social.
Sin crisis de crecimiento
Alcobé ha subrayado que, con las infraestructuras actuales, “no hay ninguna situación crítica de crecimiento a diez años vista”. Aun así, ha advertido que un incremento demográfico superior obligaría a más inversiones en servicios comunales, como alcantarillado, separativas de aguas y suministro de agua potable.
En cuanto a la opinión de los residentes, algunos vecinos celebran la llegada de más población y el impacto positivo en la economía local: “Creo que el pueblo puede crecer muchísimo más”. Otros, sin embargo, alertan de dificultades de acceso a la vivienda y saturación de infraestructuras: “Es imposible conseguir un piso en invierno, y los precios llegan a 600 euros por habitación”.
Los vecinos más veteranos son los más críticos: “Se vende todo y vienen personas de fuera, que no se sabe ni de dónde son ni de dónde vienen. Colas para ir al médico, para ir a la iglesia, para ir al colegio… Yo creo que se debería frenar y fuerte”.