Francia frente al reto del ajuste fiscal
Para los mercados financieros y las instituciones europeas, los recortes son inevitables

La clase política francesa se resiste a aceptar el ajuste presupuestario de 44.000 millones de euros que los mercados consideran imprescindible para estabilizar las finanzas públicas. El presidente Emmanuel Macron ha intentado este miércoles contener la tensión, asegurando que no habrá “ni negación de la realidad, ni catastrofismo”.
El mensaje de Macron busca frenar la escalada de desconfianza de los inversores, mientras la prima de riesgo francesa se ha disparado hasta situarse 20 puntos por encima de la española. Un dato que refleja no solo la fragilidad de la economía, sino también la inestabilidad política que atraviesa el país.
Una moción de confianza decisiva en septiembre
El detonante de la actual crisis fue el anuncio del primer ministro, François Bayrou, de convocar para el próximo 8 de septiembre una moción de confianza en la Asamblea Nacional. El objetivo: validar los Presupuestos de 2026, que contemplan un gasto más contenido pero que, pese a ello, mantiene a Francia como uno de los Estados europeos con mayor nivel de gasto público.
Con un gasto equivalente al 57,1% del PIB, Francia se sitúa solo por detrás de Finlandia en la Unión Europea. Este nivel, calificado por los analistas como insostenible, contrasta con el rechazo de buena parte de los parlamentarios a asumir los recortes que exige Bruselas.
Déficit y deuda en cifras alarmantes
Para los legisladores franceses, el plan de ajuste supone un sacrificio político difícil de defender. Pero para los mercados financieros y las instituciones europeas, los recortes son inevitables. Francia cerró 2024 con un déficit del 5,8% del PIB, el tercero más elevado de la UE, solo por detrás de Rumanía (-9,3%) y Polonia (-6,6%).
La deuda pública tampoco ofrece mejores noticias: alcanzó el 113% del PIB en 2024 y la Comisión Europea prevé que suba hasta el 116% en 2025. Con estos números, el país se acerca peligrosamente a niveles similares a los de Italia y Grecia, dos economías marcadas por su fragilidad presupuestaria.
“Doce millones de euros cada hora”
Bayrou ha subrayado la gravedad de la situación con un dato simbólico: en los últimos veinte años, la deuda francesa ha aumentado en 12 millones de euros cada hora. Una cifra que, más allá de su impacto mediático, ilustra la urgencia de una corrección.
La presión no solo llega de los mercados, sino también de Bruselas, que exige una senda clara de consolidación fiscal. El primer ministro ha advertido de que la votación del 8 de septiembre será decisiva para definir la credibilidad financiera del país en los próximos años.
Un otoño caliente para Francia
Todo apunta a que Francia vivirá un otoño convulso. La oposición amenaza con bloquear los presupuestos, los sindicatos se preparan para movilizaciones y los inversores observan con lupa cada movimiento del Elíseo y la Asamblea Nacional.
En este contexto, el discurso de Macron intenta transmitir confianza y evitar un efecto dominó en los mercados. Sin embargo, el dilema sigue abierto: ¿será capaz el Gobierno de imponer un ajuste fiscal impopular pero necesario, o prevalecerá la resistencia política a los recortes?