"Algunos argentinos empezaron a correr la voz que daban permisos anuales y el Govern cerró los permisos"

Riccie Ponce explica cómo las últimas temporadas han marcado un cambio histórico en los permisos de trabajo para los argentinos

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3 minutos de lectura Publicado el Miércoles, 3 Septiembre 2025 - 22:31 por el autor Joel Picón

La pandemia de COVID-19 no solo transformó la economía y el turismo, sino también la dinámica laboral en Andorra, especialmente para los trabajadores temporeros extranjeros. Riccie Ponce, presidente de la Asociación Argentinos en Andorra, ha explicado en sus directos en redes sociales cómo las últimas temporadas han marcado un cambio histórico en los permisos de trabajo para los argentinos.

Nuevas temporadas y permisos anuales

“Después del COVID ha habido un cambio muy grande. Han empezado las temporadas de verano; antes no existían. Antes acababa la de invierno y te tenías que ir sí o sí, pero ahora se agregó la temporada de verano, de pronto ha empezado a ser muy importante, mucho turismo en verano, y eso ha generado más necesidad y más movimientos”, explica Ponce.

Gracias a la gestión laboral y a un esfuerzo coordinado, se logró un hito sin precedentes: 1.900 trabajadores argentinos pasaron de permisos de temporada a permisos anuales. “Histórico, no se había hecho nunca”, afirma el presidente de la asociación. Sin embargo, advierte que este cambio generó expectativas que no se han mantenido: “El problema es que esos 1.900 empezaron a correr la voz de que todo era así, y el Gobierno cerró esta posibilidad. Puede volver a salir, pero no se sabe; hay cambios permanentes”.

Reglas más estrictas y retorno obligatorio

Actualmente, los trabajadores temporeros deben abandonar el país al finalizar la temporada y cumplir un periodo mínimo de espera de cinco meses antes de regresar. “Tendrán que acreditar la fecha, y acuérdense que no valen las páginas donde compras billetes por dos euros, todo se sabe”, señala Ponce, subrayando la vigilancia administrativa sobre el cumplimiento de estas normas.

Ponce también alertó sobre la dificultad de reagrupar a los familiares: “Venir con un niño sin posibilidad de reagrupar ya es un delito. Desde hace un año para aquí, 140 familias se han tenido que marchar. Para lo que es Andorra, es muchísima gente. De esas, 140 son argentinos, y hay mucha gente más de otros países”.

Un contexto de crecimiento y regulación

Estos cambios se producen en un escenario donde el turismo de verano ha ganado protagonismo y la economía andorrana depende en gran medida del trabajo temporal extranjero. La combinación de alta demanda laboral y normativa migratoria más estricta genera tensiones y desafíos para los trabajadores y las familias que buscan estabilidad.

“Ahora terminas una temporada y te tienes que ir; te la tienes que saber porque vas a saber hacer las cosas bien”, concluye Ponce, dejando claro que el equilibrio entre el crecimiento económico y la regulación migratoria se mantiene como un reto central para el Principado.

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